La soledad y el aislamiento social de las personas mayores

Publicado : 29/09/2022 - Categorías : Noticias

España es un país sénior que tropieza, como casi todos, en el que se ha convertido ya en uno de los grandes desafíos de la sociedad moderna: la soledad en personas mayores. Decía Carmen Martín Gaite que “la soledad se admira y desea cuando no se sufre, pero la necesidad humana de compartir cosas es evidente”. El aislamiento social tiene consecuencias, se relaciona con la demencia, el aumento del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares o con trastornos del estado anímico (depresión, ansiedad, fobias), según recuerda la Asociación Bienestar y Desarrollo (ABD). 

El envejecimiento de la población pulveriza las estadísticas. Es una tendencia mundial que, en nuestro país y según el INE, se cifra en más de nueve millones de personas mayores de 65 años, un 21% del total. Una carrera sin frenos que culminará, según las previsiones de la Organización Mundial de la Salud, en 2050, cuando España se convierta en el más envejecido del mundo con un 40% de sus habitantes por encima de los 60 años. Y la soledad no deseada es uno de los efectos más crueles y complejos de resolver, ya que involucra factores individuales, familiares, sociales e institucionales.

¿Cómo afecta la soledad a las personas mayores?

El aislamiento social impacta directamente en la salud física de las personas y rompe el equilibrio social, de ahí la necesidad de tejer una red de seguridad que aplaque ese desamparo, que la Organización Mundial de la Salud considera ya un problema de salud pública.

La soledad no deseada en la vejez agrava además las discriminaciones por cuestión de género y clase social, ya que “son las mujeres mayores con menos recursos las que tienen sentimientos más intensos de soledad emocional”, según explican desde ABD en el Informe sobre soledad no deseada en personas mayores (2019-2020). Y aunque los datos muestran que el envejecimiento en el mundo rural es mayor que en las ciudades, es en estas donde ese aislamiento social se recrudece.

La pérdida de la pareja o de las relaciones más relevantes pueden acentuar esa soledad en la vejez, acelerando por ejemplo el deterioro cognitivo, la depresión, las enfermedades cardiovasculares, la pérdida de movilidad y, en última instancia, mortalidad temprana. La movilidad es, de hecho, una de las claves para la buena salud física y emocional de las personas mayores y, en este sentido, la tecnología (sillas sube escaleras, sillas de ruedas eléctricas, scooters, rollators, camas articuladas…) supone una gran ayuda para conservar la autonomía e independencia que todos aspiramos a mantener durante el mayor tiempo posible. Las limitaciones físicas no son ya un impedimento para conservar la independencia, y espacios como Exclusivas Iglesias cuentan con un amplio catálogo y un gran equipo de expertos para hacer la mejor elección.

Prevención de la soledad no deseada

Para combatir la soledad no deseada es necesario trazar una estrategia transversal que aglutine a las distintas administraciones para afrontar este desafío que empieza en el propio hogar del afectado. La adaptación y la accesibilidad de las viviendas responde a la aspiración de los mayores de vivir en su casa el mayor tiempo posible y, en ese sentido, la ortopedia se ha convertido en un puntal de la llamada ‘silver economy’, aportando todo tipo de soluciones que mejoran la calidad de vida de las personas mayores, tanto en el ámbito de la higiene, como de la movilidad, la actividad física, la eliminación de barreras, el descanso, la alimentación, el calzado, etc. 

El concepto de vejez ha cambiado completamente, derribando prejuicios y evolucionando hacia una visión más saludable y activa. Una forma diferente de afrontar el paso del tiempo enfocada ahora a poner en primer término la salud y el ocio. Japón, paradigma del buen envejecer, lo resume en una palabra, “ikaigi”: aferrarse a un propósito que dé sentido a la vida. 

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